 Frases como la que he puesto en el título las he oído en alguna ocasión saliendo de la boca de amigos y cercanos. Son una prueba de que China y Japón, en España y otros lugares de Occidente, se siguen confundiendo, y mucha gente todavía no se aclara mucho de lo que hay en un sitio y en el otro.
Cuando yo las oigo, a veces me sobresalto, aunque seguramente a mí me pasaba algo similar antes de viajar a China, en septiembre de 2001.
Lo curioso es que, después de siete años defendiendo que China y Japón son sitios completamente diferentes y que no tienen mucho que ver, después de tanto tiempo "luchando" por que la gente las diferencie, he viajado a Japón, me paseo por aquí unos días y llego a una preocupante conclusión que además rima:
China y Japón se parecen un montón.
Mucha gente se escandalizará, como yo me escandalizaba antes. Lo comprendo. Pero mientras paseo por las calles japonesas -hoy ando por las de Kioto- me topo, una y otra vez, con pequeños detalles que me dan la razón.
No se trata, por supuesto, de las cosas "grandes", las que se ven en un primer vistazo: los templos sintoístas, el sumo, los cerezos en flor y cosas así son indudablemente muy japonesas y poco chinas, y diferencian mucho a ambos países. También hay cosas del folclore chino que no se ven mucho en Japón, como las cometas, la ópera de Pekín, los fuegos artificiales y toda la pesca.
Pero son los pequeños detalles del día a día los que vinculan mucho a China y a Japón. Lo que no fotografían los turistas, lo que sólo cuando se ha vivido cierto tiempo en uno de los dos países se nota. Son cosas que yo pensaba que eran eminentemente chinas y ahora descubro, con algo de decepción, que los chinos las podrían haber copiado a los japoneses (o al revés, porque el intercambio cultural ha sido en ambos sentidos durante siglos).
Os pongo unos ejemplos de cosas que tienen en común chinos y japoneses, sin que yo lo supiera antes:
- La costumbre de vender boniatos dulces en las calles (aunque en China se venden en bidones oxidados, mientras que en Japón lo hacen en puestos divinos de la muerte).
- Las aceras con un carril para ciegos, con los mosaicos de diferente dibujo.
- El poner un sobrecito con desecante en los paquetes de galletas, magdalenas y alimentos similares.
- Los ancianos con boina (si sorprende verlos en China, imagínate en el "ultramoderno" Japón).
- La desafortunada costumbre -para mi gusto- de usar judías como ingrediente para los bollos rellenos.
- La también desafortunada costumbre de cobrarte por entrar en los templos (claro que en Japón te cobran el triple que en China).
- La existencia de bares llamados Propaganda (¡uno en Wudaokou, Pekín, y el otro en Roppongi, Tokio!).
- El caos de cables en las callejuelas, y muchas tuberías por fuera de las paredes.
- El uso de dioramas (grandes estatuas de plastiquillo de reyes, soldados, monjes, etc) en los museos, templos y monumentos. Después de ver miles de ellos en China, ¡no me esperaba para nada lo mismo de Japón!
- Los dulces "de la tierra" en las estaciones de tren y autobús, para que los compren los turistas -más los nacionales que los extranjeros- y los lleven a sus compañeros de trabajo.
Cada día me voy apuntando estos pequeños detalles "chinonipones" y lo cierto es que mi lista aumenta día a día. Vale, a simple vista son países muy diferentes, pero rascas un poco y... ¡China es Japón! ¡Japón es China!
Os dejo para terminar con una foto (pirateada de Internet) de sakuras, las flores de cerezo que estos días abundan por todas partes. Yo las tengo mejores, pero ¡los cibercafés son mu caros y no me da tiempo de bajar las mías!
 Japón, definitivamente el país menos ideal para viajar si se es alérgico al polen (pero sí ideal si se es el Padre Mundina).
ACTUALIZACIÓN (15/4/2008): Para que no se diga, ahora que ya estoy de vuelta en Pekín os pongo fotos de sakuras que sí hice yo:
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