 Tal día como ayer pero de 2001 llegué a China, así que anoche celebré en un restaurante de Pekín con viejos y nuevos amigos mi octavo chinaversario. Comí pato laqueado, por supuesto, y recordé entonces que cuando hace ocho años supe que iría a trabajar a China, llevé precisamente a mis amigos a comer pato laqueado a un restaurante de Madrid, para celebrarlo.
No es que llevar la cuenta de mi estadía china me obsesione especialmente, pero como la fecha me es bastante fácil de recordar -dos días antes de llegar a Pekín fueron los atentados de las Torres Gemelas- pues siempre me acuerdo. Además, es esencial saber el tiempo que uno lleva en Pekín porque todo el mundo, chinos y extranjeros, te lo pregunta constantemente.
Ocho años -la mitad de ellos bloguenado, que ya son ganas- es un guarismo que para los chinos, dicho sea de paso, significa prosperidad, así que voy a jugarme todos mis ahorros a la quiniela a ver qué pasa. El nueve es símbolo de longevidad e incluso de eternidad, ojo que como llegue a los nueve años igual no salgo de aquí...
En fin, numerologías rappelianas aparte, el llevar ya ocho años en Pekín me permite ya hasta contar batallitas, decir "pues en mis tiempos, Pekín era así" (o asá). Hombre, tampoco se puede afirmar tajantemente que en 2001 Pekín fuera radicalmente diferente a la ciudad que es hoy, pero sí que se pueden detectar numerosos cambios, echando la vista atrás.
Por ello, especialmente dedicada a los recién llegados a Pekín, y para celebrar mi octavo aniversario, va esta lista de cuandollegués:
- Cuando llegué, los taxis eran rojos y los había de dos precios, los caros (1,60 yuanes por kilómetro) y los baratos (1,20 yuanes). (Hoy son de dos colores, uno obligatoriamente amarillo, y valen todos 2 yuanes por km).
- Cuando llegué, los extranjeros sólo podíamos vivir en zonas especialmente designadas para nosotros, como el Hotel de la Amistad, donde vivía yo. Pero ya podíamos usar yuanes para comprar (en los 90 los extranjeros usaban una moneda especial para ellos).
- Cuando llegué, casi no había edificios con fachadas acristaladas, ni rascacielos. En Guomao, que hoy parece Manhattan, sólo estaban las dos torres negras que dan nombre a la zona.
- Cuando llegué, había dos líneas de metro (hoy hay seis o siete). Y era más caro que ahora.
- Cuando llegué -PUBLICIDAD-PUBLICIDAD-PUBLICIDAD- el único medio de comunicación en español que trabajaba en Pekín era la Agencia Efe.
- Cuando llegué, había un barrio de uigures en la zona donde están ahora las tres jorobas, e incluso podías ver a éstos hacer la matanza de los corderos en plena calle.
- Cuando llegué, apenas había españoles viviendo en Pekín, o por lo menos me costó mucho tiempo encontrarlos.
- Cuando llegué, la ciudad se acababa de enterar de que iba a organizar unos Juegos Olímpicos, por lo que aún no se sabía cómo iban a ser los estadios.
- Cuando llegué, la gente escupía por la calle haciendo mucho ruido (bueno, ahora sigue habiendo esto, pero os garantizo que es un 5 por ciento de lo que había entonces).
- Cuando llegué, muchos autobuses tenían el suelo de madera. Hacer cola para entrar en ellos era considerado un gesto de mala educación, lo correcto era entrar a empujones.
- Cuando llegué, no había apenas artistas underground (ahora en las afueras -798 y demás- das una patada y saltan 30).
- Cuando llegué, las mujeres llevaban los pies diminutos, los hombres llevaban coleta y te podías pasear en rickshaw tirados por coolies descalzos (ésta es broma, ¡que llegué en 2001, no en 1901!).
Supongo que muchos podrían hacer una lista similar de su propia ciudad, pues ocho años dan para mucho, pero bueno, como la prensa siempre dice que China cambia tan rápido, la he incluido para que juzguéis si es así o no.
Yo, sinceramente, creo que Pekín no ha revolucionado su aspecto pero sí lo ha mejorado, ahora es más amable y vivible, aunque todavía no alcanza los niveles de habitabilidad de muchas otras ciudades que conozco. Tiene más árboles y más zonas "bohemias" para los jóvenes, y creo que en este tiempo -y aquí igual me dejo llevar por la pasión- ha conseguido arrebatar a Shanghai el trono de "ciudad preferida por los extranjeros". Veremos cómo está la cosa en el 2017.
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