Hace unos días, el diario El País sacó un reportaje en exclusiva sobre un español que había viajado a China para hacerse un trasplante de hígado. El reportaje incluso llegó a causar cierto revuelo político en España, con el Partido Popular -ay esta oposición española, siempre haciendo leña del árbol caído- pidiendo a la ministra de Sanidad que compareciera ante el Congreso para clarificar el tema (más que aclararlo lo ha liado). En China, por el contrario, la noticia ha pasado de largo, como muchísimas otras que se escriben desde el extranjero, porque los chinos son bastante recelosos acerca de todo lo "escandaloso" que sale sobre ellos en otros países. Ello no significa que no se generen escándalos mediáticos -o internáuticos- en el país, pero sí es cierto que suelen tener origen interno (el ejemplo más reciente, por ejemplo, es el de los tigres que comenté hace poco).
Como aprendiz de periodista que soy, lo primero que debo hacer es felicitar a El País por lograr ese scoop, y admitir que el diario es, hoy por hoy, el mejor de España en lo que a periodismo de investigación se refiere.
Del reportaje, no obstante, tengo que decir -ya lo comenté en el Facebook hace unos días, pero no todos sois amiguitos míos allí, así que lo repito acá- que no entiendo demasiado a los protagonistas de la historia (Óscar, que fue el que se ópero, y su esposa, que contaron al diario su dramática experiencia).
Primero, no entiendo qué les motiva a hablar sobre el tema ante un diario, y tan tarde, dos años de haberse operado. No creo que les cause problemas legales -lo que hicieron no es ilegal en España-, pero sí puede motivar debates jurídicos y éticos en torno a ellos que no sé si les van a beneficiar.
¿Lo hicieron tal vez para denunciar la situación del sistema sanitario español, que les "obligó" a ir a China? Lo dudo, teniendo en cuenta que España es uno de los países donde más se dona y más se trasplanta: no hay órganos para todos, pero en la mayoría de los países del mundo la situación es peor que la española.
Es posible que lo que haya motivado a los protagonistas a hablar sea ofrecer a otros en su situación una alternativa, contarles que pueden ir a China a hacerse un trasplante. Si es así, me parece una buena intención, pero creo que puede causar mucha confusión. China en 2007, un año antes de que la pareja viajara al país, prohibió el tráfico de órganos, y limitó los trasplantes a extranjeros. Como consecuencia de ello, ahora es más complicado hacerse estas operaciones, y mucho más siendo extranjero. En teoría, los extranjeros con visado de turista no se pueden hacer un trasplante aquí, sólo los que residan aquí de forma más o menos continuada.
Obviamente, el caso contado en el diario muestra que la prohibición todavía no es total, que pueden existir algunos hospitales -quizá del ejército, un gran privilegiado en China- que siguen haciendo trasplantes a turistas. En la compleja China, es habitual que las leyes al principio no se apliquen a rajatabla, que algunas autoridades locales "se olviden" de ponerlas en vigor. Hay que entender que China es un país con mucha burocracia, mucha corrupción y muchas excepciones... Pero si la ley se hizo, fue por algo, y el objetivo es que al final esté prohibido el turismo de trasplantes. Dos años después de la operación que se cuenta en El País, es de esperar que sea más complicado operarse aquí, y que pueda acarrear problemas con la justicia (aunque en China a veces hay manga ancha con lo que los extranjeros hacen, hay que tener cuidado porque no es una manga eterna).
Otra cosa que no entiendo muy bien de los protagonistas de la noticia es su actitud a la hora de hablar de su experiencia en China. Entiendo que no les gustara tener que pagar la millonada que pagaron, que encontraran el hospital sucio (yo los hospitales que he visto en China eran bastante limpios, pero debe haber de todo), que les pareciera vergonzoso -lo es- el chantaje que a última hora les hicieron los doctores... Pero, de todos modos... ¿ni un poco de simpatía hacia el país que salvo la vida a uno de ellos? ¿Una palabra de amabilidad para la traductora que les ayudó? ¿Para las enfermeras, que en China suelen ser amabilísimas y siempre sonrientes? Es extraño. Yo, por ejemplo, lo comparo con los padres que adoptan niños chinos: ellos también pagan mucho por esas adopciones, y comprenden que hay situaciones dramáticas en China -pobreza, abandono de niñas por creencias tradicionales, etc- que llevan a que ellos puedan adoptar. Seguro que critican todo eso, pero por otro lado siempre se les ve agradecidísimos con China por haberles dado un hijo, y finalmente sienten simpatía por el país (por eso muchos lectores de este blog, interesados en el país, son padres adoptantes).
Hablar de trasplantes en China quedaría incompleto si no habláramos de las penas de muerte. Muchos órganos que se trasplantaron en el país procedían de ejecutados. Hace un año, a un diario oficial chino se le "escapó" que el porcentaje de órganos que son de ejecutados es del 65 por ciento... Mi opinión es que usar órganos de ejecutados en trasplantes no es lo que debe condenarse, sino la existencia de la pena de muerte en sí. No debería existir en ningún país, bajo ninguna circunstancia, y ojalá China lo comprenda pronto. Discutir otras cosas, como que se ejecuten extranjeros, o que luego se usen sus órganos, o que delitos como el narcotráfico o la corrupción se puedan pagar con la pena de muerte, son desvíos de lo que debe ser el argumento principal: no a la pena de muerte, simplemente.
Otra cosa que quería decir es que El País a veces publica reportajes que, si bien me gustan... me hubiera gustado que se publicaran años antes. De hecho a veces llegan precisamente cuando China está en curso de resolver los problemas que se denuncian (y muchas veces esos esfuerzos no aparecen en los reportajes, o se colocan al final). Ya sé que con China es difícil hacer periodismo, las cosas se publican cuando e puede, no cuando es más oportuno, pero de todos modos no puedo dejar de tener la opinión de que el timing a veces no es el oportuno.
Por ejemplo, en este caso. El Pais denuncia el tráfico de trasplantes tres años después de que China prohibiera el tráfico de órganos. Bueno, hay que reconocer que el artículo demuestra que el problema no está enteramente solucionado, pero cierto es que Pekín ha mostrado voluntad de solucionarlo, de no tener fama de supermercado de hígados, y es de esperar y desear que en 2010 la situación esté incluso más saneada que en 2008, cuando se practicó el trasplante al español. Ya se está celebrando, por ejemplo, el primer juicio por tráfico ilegal de órganos. Se está avanzando, como en muchísimos otros temas que desde el extranjero a veces son considerados problemas inmóviles... Nada de eso, China es uno de los países que más rápido cambia.
Otro ejemplo fue el reportaje que hace unos meses sacó el diario -con un titular algo indigesto, pero bueno, cada uno que escriba lo que quiera- criticando la contaminación en China. Similares reflexiones me motivó: es innegable que China está muy contaminada, que en Pekín tenemos un smog pa matarse (y más hoy, que nos viene acompañado de arena del Gobi), pero precisamente ahora es cuando el país ha tomado conciencia de la gravedad del asunto. Ha prometido mejorar su eficiencia energética de aquí a 2020, está invirtiendo mucho en energía solar, eólica, reforestando... Hace 10 años, ese reportaje hubiera sido mucho más oportuno, porque entonces China no estaba haciendo nada por mejorar su medio ambiente. Ahora, no está mal, pero llega a contrapaso.
PD: Aunque no es sobre lo mismo, el amigo Daniel desde ZaiChina también reflexiona en torno a una noticia reciente de El País. Mi opinión sobre ese tema lo dejé en los comentarios de su blog, que acaba de comenzar pero ya promete mucho...
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