 Esta bitácora, mis grumetes, cumple hoy cinco años, una fecha que celebro con todos los ordenadores de mis cercanías rotos: el grande de casa lo intenté arreglar "a la española" -es decir, a golpes- y lo fundí, y mi portátil "made in China", comprado irónicamente en España, decidió hace un tiempo no volver a encenderse más. Hasta mi ordenador de la oficina ha fenecido, al parecer víctima de la electricidad estática. Ante este panorama, no sé si voy a poder hacer lo que hago otros años, que es conmemorar la efeméride con una tarta virtual y hacer un repaso al blog, pero lo voy a intentar.
No obstante, mi memoria es floja, de 2009 para atrás sólo recuerda los cromos de WWF que Phoskitos regalaba en 1993, así que me temo que no puedo repasar todo el lustro. Y la verdad es que cinco años escribiendo dan para tanto que se pierden completamente en mi recuerdo... Es más, leo los primeros posts del blog a veces, ¡y aprendo cosas que he olvidado, o me engancho y leo los de todo un mes de una sentada! O me entra la risa y digo "hala qué parida solté aquí"... En fin, que aquí sólo repasaré el último año, y dejaré el total para los libros de historia del siglo XXV, en los que la Chinochanología será una maría para los estudiantes de parvulario.
Me gusta definir cada chinochaño con una idea: como ya se dijo en los anteriores cumpleaños, el primer año fue el de la novedad, el segundo el de los premios, el tercero el de las polémicas, y el cuarto el de la crisis. A este quinto año creo que lo que mejor lo definiría es "el año de Facebook", ya que ha sido en 2010 cuando el Grupo de Chinochano en la popular red social se ha convertido en algo tan activo o más que la bitácora, con bastante participación (más de 800 hamijos ya) y mucho contenido diferente o complementario al que aquí se pone.
El grupo lo creé mucho tiempo atrás, pero en verano de 2009 China censuró Facebook, me costó medio año descubrir los VPNs para burlar esa censura, y no fue hasta finales de 2010 que comenzó a estar animado. Al principio le tenía un poco de desconfianza al rollo este de las redes sociales, pero como dice él eslogan, "si no puedes vencerles, únete a ellos", y eso hice, algo que, por lo demás, es una tendencia bastante generalizada en la blogosfera.
El "desdoblamiento" de este blog en dos ramas -el blog en sí y el grupo de Facebook- ha hecho que muchas cosas sobre China que en los primeros años hubiera soltado con un post cortito y ligero, se convirtieran en una línea de Facebook. Ya sabéis, estamos en la era de los 120 caracteres, ¿para qué enrollarse? En realidad, contando blog y grupo de Facebook juntos, han aumentado las chinochanadas, aunque en el blog he ahorrado esfuerzos.
Pese a la ramificación, ha habido espacio para muchas cosas en el blog propiamente dicho: aunque fue un año muy poco pequinés y mucho más shanghainés, el problema fue solventado por esta bitácora siempre tan pekinista viajando un par de veces a la ciudad enemiga y dedicándole tres trilogías (una del Shanghai pre-Expo, y una del Shanghai casi casi post-Expo). Aunque la entrada más comentada, no podía ser de otra forma, fue la primera que abordó el tema del año, es decir, el Nobel a Liu Xiaobo.
Una novedad de este año, y me atrevería a decir que muy bien recibida, fue la puesta en marcha de un consultorio para los lectores en verano, que como resultó tan participativo decidí continuar, de forma menos intensa, también en otoño.
También ha sido el año en que me he dedicado a coleccionar triciclos como si no hubiera otra cosa que hacer, y a fe mía que ya sólo me falta un tirciclo de pompas fúnebres, que estoy seguro que hay alguno por China. Por otra parte, gustó bastante a los lectores, porque así lo señaló una encuesta organizada por uno de ellos (el fiel FJ Santos) el post sobre cómo atraer turistas chinos a cualquier monumento de España. La encuesta fue un ejemplo de que este blog quiere fomentar la participación, la autogestión y el anarco-liberalismo-perroflautista: hubo más sondeos, como el que decidio cuál era la mejor peli china de la historia, o consulté a todos para analizar qué libros tenemos que leer si nos queremos coscar algo de este país (aquel post, por cierto, tuvo a uno de los pocos trolls del año).
En este año también hice de las mías: se la metí a algunos bien doblá por culpa de Soria, regalé una mierda de hucha a quien más supo de pagodas, le puse el pelo de Gaspi Llamazares a algunos chinos o conseguí que la jota aragonesa y la música tradicional china se dieran la mano no una, sino dos veces. Personalmente, uno de los posts que más me han gustado del año ha sido uno con un tema tan tonto como el de los pistachos, y es que todavía me enternece ese rebaño de pistachos sonrientes...
Y obviamente, los dos grandes acontecimientos internacionales del año estuvieron bien representados en el blog: el final de LOST y la victoria, pírrica pero victoria al fin y al cabo, de ESPAÑA EN EL MUNDIAL (esto, como LOST, debe ir siempre en mayúsculas), una victoria que acerté cual Rappel en taparrabos, y que además me trajo recuerdos infantiles.
En fin, otro año de sonrisas y lágrimas, así son todos, ¿no? Chinochano sigue abierto hasta el amanecer y dispuesto a dar más guerra en los tiempos venideros, ahora ya sin Olimpiadas ni Expos que preparar, pero con cosas más importantes probablemente en el horizonte, ahora que China está en boca de todos los corrillos internacionales. Chinochano sigue en China: un lustro de tonteridas nos avala.

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