Febrero del 2013
El templo de ojos de buey que casi fue submarino
28 de Febrero, 2013, 0:01
Termino hoy el relato de mis impresiones durante el viaje a las Tres Gargantas, hablando de un lugar que me gustó mucho por hermoso e inesperado, no pensé que me encontraría algo así. Además, me sirvió de magnífico ejemplo para comprender los efectos que ha producido la enorme presa en el paisaje de la cuenca del Yangtsé.
Durante la travesía en barco, hicimos una parada turística para conocer el lugar que hoy nos atañe, un templo hasta entonces para mí desconocido, llamado Shibaozhai. El templo tiene una estructura muy curiosa: situado en lo alto de una escarpada colina, para llegar a él hay que subir por una semipagoda de madera que se apoya en una de las laderas del monte. Esta estructura, de 11 pisos, es una maravilla de forma, color, olor y sabor:


Al subir las empinadas escaleras de este peculiar edificio (vi a ancianos y ancianas de 80 años hacerlo con fervor) uno llega a lo alto del templo en sí, que quizá no es tan espectacular como la estructura anterior pero también tiene una bonita entrada. Me llamó la atención que en el interior los vecinos locales han montado una tienda de souvenirs sin ningún rubor, al ladito de las estatuas de Buda y Confucio. Los mercaderes invadieron mi templo, que decían Jesús y Extremoduro.


Una de las cosas que más me fascinó del lugar fueron esas ventanas de ojo de buey que habéis visto en la primera foto, no muy habituales en los edificios tradicionales chinos (aunque sí que se ven muchas puertas redondas). Uno casi se siente en el interior de un barco o submarino como los de los tebeos.

De hecho, el templo de Shibaozhai no es "submarino" por poco. Con la construcción de la Presa de las Tres Gargantas, que elevó el nivel del río decenas de metros en esa zona, el edificio debería haber quedado sumergido por las aguas (seguramente no todo, pero la base de la semipagoda seguro que sí).

No obstante, dado el valor histórico del edficio, que es del siglo XVIII, se decidió construir un muro alrededor del templo y de la colina. Ello ha permitido conservarlo, aunque ha provocado que en la lejanía Shibaozhai quizá no sea tan bonito como antaño.

En la anterior foto no se ve muy bien, pero colina y templo, antes en la orilla del río, ahora están en un islote a unos pocos metros de la ribera del Yangtsé, al que se llega por un puente de tablas de madera. Vamos, que Shibaozhai podría haber acabado como la iglesia de Mediano, pero acabó siendo una especie de Mont Saint Michel.

 
Antes de la construcción de la presa, la colina y el templo se encontraban en lo alto de un pueblecito que, éste sí, ha quedado sumergido. A la entrada del lugar se muestran fotografías de cómo era este paraje antes, como ésta de 1972:

El lugar debía ser todavía más pintoresco que ahora... Tanto, que hasta fue usado en billetes antiguos, como éste de 1945.

Por cierto, fue en Shibaozhai donde vi la única foto del defenestrado Bo Xilai que parece quedar en todo Chongqing... no es el protagonista de la instantánea, y ni se le nombra en el pie, pero allí está... Los turistas chinos observaban la imagen con gran interés y la fotografiaban bastante.

Y con esto concluyo mi desglose del viaje un tanto improvisado que hice por el centro de China en unas vacaciones en las que estuve a punto de quedarme en casa todo el tiempo. Ya habrá otro año para irse a las siempre añoradas playitas del sureste asiático... Pero también tendré que volver por Chongqing y alrededores, que nunca acaba uno viéndolo todo.
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La presa de la garganta y media
25 de Febrero, 2013, 0:01
Continúo el relato sobre el viaje a la cuenca del Yangtsé... como decía en el anterior post, me subí en un barco que durante dos días me llevó por el tercer río más largo del mundo. El objetivo obvio, conocer la zona de las Tres Gargantas, tan famosa ella pero que siempre me había dado algo de reparo en visitar por aquello de que, tras la construcción de la presa tocaya (en pleno funcionamiento desde 2009), ha perdido parte de su belleza, pues el nivel de las aguas ha subido decenas de metros. En todo caso, mi guía de viajes de China (que es de 2000, casi la llevo para ver lo que han cambiado los sitios) decía que hasta en aquellos "buenos viejos tiempos" no a todo el mundo le maravillaba la travesía.
Antes de empezar, me gustaría rendir homenaje al barco en el que viajé, acompañado de centenares de chinos que en general me trataron muy bien (para ellos yo era un espectáculo adicional de la travesía) pero que dejaron la cubierta y las habitaciones tan cubiertos de basura (fundamentalmente peladuras de pipas) que por poco no hunden el barco por el peso de los desechos. Cierto es que no había muchas papeleras, pero hombre, podrían haber tenido un poco más de consideración. En todo caso, cogí cariño al cascarón, tras tanto tiempo en él. Era un buque de pasajeros de cuatro pisos (en cada piso una clase diferente, como en el Titanic), con su cocina, su sala de máquinas, y su tiendecilla de chucherías (de ahí salieron las pipas, obviamente).



 Al lado de ordenador, una de esas bolsas de pipas: yo también comí, pero tiré las peladuras en la papelera.
El primer día de viaje en el barco no vimos gargantas, pero fue un recorrido también interesante, porque se ven ciudades y pueblos que tuvieron que ser creados o modificados para reorganizar a los millones de personas que perdieron su hogar por la construcción de la presa. Son ciudades en general feas, de enormes bloques, aunque por lo que leí en la guía tampoco lo que había antes era especialmente bello. En todo caso, impresiona imaginarse al ver esos lugares la masiva reubicación que emprendieron los chinos en la pasada década, en aras de construir el mayor proyecto hidroeléctrico del mundo (que no la mayor presa del mundo, ojo).
El segundo día ya se llega a las Tres Gargantas, aunque en realidad vimos una y media. Nuestro taimado capitán cruzó la primera -la más pequeña, pero algunos dicen que la más bonita- de madrugada, así que nos la perdimos, para disgusto de un pintor que nos acompañaba y quería inspirarse en ella para sus acuarelas. La segunda, de unos 50 kilómetros, fue la que pude disfrutar más... Os pongo unas fotos de sus paisajes. Notad el detalle de los zapatos en la proa del barco, quién sabe con que supersticioso cometido.

El paisaje era bonito, pero a uno se le quedaban las ganas de saber cómo lo hubiera visto diez años antes. Ya sólo queda la imaginación para eso...

Me gustaría ver fotos de los mismos lugares de las Tres Gargantas inmortalizados antes y después del embalse, pero al menos en internet no los consigo encontrar.
Mis compañeros de camarote eran una roncadora familia de Guilin que defendía que su tierra era mucho más bonita, dónde va a parar. La verdad es que les di la razón, aunque bueno, las comparaciones siempre son odiosas.
Finalmente llegamos a la presa, que muchos viajeros tenían más ganas de ver que las gargantas en sí. Se encuentra en medio de la tercera garganta: por eso lo de que sólo vi una y media, ésta tampoco la disfruté en su totalidad. El dique era una mole que monopolizaba el horizonte y quitaba el hipo, y que vimos desde arriba y desde abajo, en una visita guiada (el autobús, oh decepción, no circuló por encima del dique, y eso que hay una carretera).

Las grúas que se ven en la primera foto son de un ascensor para barcos que se está construyendo todavía, ya que aunque existe ya un sistema para que los buques superen el salto de agua a través de un canal artificial dotado de esclusas como el Canal de Panamá, se quiere que algunos de esos barcos puedan viajar más rápido acelerando el descenso con ese elevador (ir por las esclusas se demora alrededor de una hora).
Una cosa que me llamó la atención del dique es que, según nos explicó la guía, está fabricado no con "ladrillos" cuadrangulares, sino con unos gigantescos tetraedros como el de la siguiente foto. Al parecer, esta forma garantiza la resistencia de la presa a cualquier terremoto, desastre o Godzilla que desafíe la gigantesca estructura.

La presa de las Tres Gargantas era cuando llegué a China un tema muy socorrido por los periodistas, y muy polémico, por el éxodo que supuso, el desafío medioambiental que suponía modificar el río más largo de Asia, las reliquias históricas que dejó bajo sus aguas... Una vez concluido el proyecto en 2009 (sin apenas grandes fastos ni inauguraciones ese año, cosa que me sorprendió mucho en su día) el tema se apagó, y la presa funciona a pleno rendimiento dando electricidad a la cuenca más poblada del planeta. Quién sabe, igual dentro de unas décadas se descubren energías que dejan las actuales obsoletas, la presa se retira, y podemos ver las gargantas de nuevo en toda su grandeza.
PD: La presa de las Tres Gargantas no es la única del Yangtsé. Pocos kilómetros río abajo hay otra, prácticamente igual de larga pero con un salto de agua mucho menor: la de Gezhouba, obra de la misma empresa que hizo más tarde a su hermana mayor. Fue construida décadas antes en parte para comenzar ya a represar el río en la zona, y también para ir probando las tecnologías necesarias para el proyecto posterior.
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No es la más grande, pero grande es su grandeza (II)
22 de Febrero, 2013, 0:01
A modo de apéndice del anterior post, mostraré sobre todo con imágenes tres últimas cosas de Chongqing, pues no querría "marcharme" de ella sin citarlas...
Una es el Templo de Luohan, en el centro de la ciudad. Sí, ya sé, ya sé, habéis viajado por China y Asia y estáis hasta las narices de templos... Pero éste tiene encantos especiales, sobre todo una gran sala con cientos de estatuas multicolores de arhats (santos budistas) por cuyo recorrido laberíntico merece la pena adentrarse. La sala es, en realidad, una copia modesta de la sala de arhats del templo más famoso de la "vecina" Wuhan, pero a mí me gustó más la de Chongqing, pues las estatuas en Wuhan eran doradas y las de aquí policromadas. También me pareció curioso el emplazamiento "de supervivencia" del templo, pues está rodeado de obras, solares y rascacielos, como resistiendo irreductible al progreso invasor.




En las afueras de la ciudad (pero con parada de metro) se encuentra el muy recomendable barrio-pueblo de Ciqikou, donde se ha preservado la arquitectura tradicional local. Hay mucho turista y mucha tienda de souvenir, pero hay zonas más tranquilas y en general es un lugar muy agradable. Antes de que Chongqing fuera tomada por los rascacielos y los bloques grises, toda la ciudad debía tener este aspecto...
Por último, uno no puede pasar por Chongqing sin acercarse a las Grutas Budistas de Dazu, a dos horas de viaje en bus. Son más pequeñas que sus igualmente famosas primas del norte chino (Yungang, Longmen, Mogao) pero con su encantao particular, en parte porque el verdoso entorno de Dazu es más agradable que en las desérticas cuevas budistas del norte. Es impresionante cómo se conservan todos los colores de las estatuas... Una vez visto Dazu, ya tengo completo el poker de cuevas chinas, y aunque en primer lugar están las de Mogao, Dazu y Yungang empatan en el segundo puesto.




Y así concluye mi descripción desordenada y en plan publirreportaje de Dazu... Una ciudad que vale mucho la pena de visitar, aunque el hecho de que se encuentre tan en el interior del país la deja un poco a desmano, sobre todo para llegar a ella en tren.
Dejé Chongqing por vía fluvial, pues seguí animado a viajar y tomé un barco que me llevaría a nuevos puertos, a través de las Tres Gargantas, o lo que queda de ellas. Sigo contando en próximos posts.
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Artículos anteriores en Febrero del 2013
- No es la más grande,
pero grande es su grandeza (20 de Febrero, 2013)
- La jojoya oculta del Yangtsé (17 de Febrero, 2013)
- Culebrita bonita (14 de Febrero, 2013)
- En la Colina de la Serpiente,
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- Intentando sacar tajada
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