La semana pasada regresaron a China dos cabezas
de bronce que representan a una rata y a un conejo. Se las recibió con
una solemne ceremonia, en la que asistió hasta una viceprimera ministra
china, Liu Yandong. (En la foto, la de la izquierda).
 ¿Por
qué tanto alboroto por dos estatuas? Bueno, no son dos obras
cualquiera, porque hace cuatro años protagonizaron una rocambolesca
historia, que en realidad tiene siglo y medio detrás. En este blog ya se
habló dos veces
de aquello, pero como ha llovido mucho desde entonces lo recordaré de
nuevo, para que este post sirva además de colofón a aquellos dos (o de
continuación, porque quién sabe si la historia no terminará aquí).
Las
cabezas pertenecían a una lujosa fuente del versallesco Antiguo Palacio
de Verano de Pekín (Yuanmingyuan), en la que estaban presentes los 12
animales del zodiaco chino, y de cada uno salía un chorrillo de agua. Se
cree que la fuente, como otros detalles de aquella residencia veraniega
de los emperadores, fue diseñada por el jesuita italiano Giuseppe
Castiglione.
 El
Antiguo Palacio de Verano (que no debe confundirse con el Palacio de
Verano a secas, aunque los dos estén en el noroeste de Pekín) fue
destruido y saqueado por tropas francesas e inglesas en 1860, durante la
Segunda Guerra del Opio. Los europeos querían dar un golpe moral a los
emperadores, y barajaron hasta quemar la Ciudad Prohibida, pero
finalmente se decantaron por otro símbolo de los soberanos chinos, más
en las afueras. Así dejaron, por ejemplo, la famosa fuente:
 Las
cabezas, como tantos otros botines cobrados por la soldadesca europea
en sus campañas por todo el mundo, fueron a los museos y colecciones del
Viejo Continente. La rata y el conejo, en concreto, llegaron a manos de
nada más y nada menos que el diseñador francés Yves Saint-Laurent.
A
la muerte de Saint-Laurent, en 2008, su compañero sentimental, Pierre
Bergé, decidió subastar parte de la colección del artista. A mí me
parece ya mal, para empezar, que con tu pareja recién enterrada te
pongas a finiquitar sus bienes, pero en fin, a los chinos lo que les
molestó fue que se intentara hacer negocio con unas obras que habían
sido saqueadas a China. Hubo protestas públicas, y hasta el Gobierno
chino intentó presionar para que la subasta en casa Cristo la casa Christie's no se celebrara.
Bergé
calentó la subasta diciendo al Gobierno chino que devolvería las
cabezas al día siguiente si el país mejoraba sus derechos humanos y la
situación del Tíbet (no sé cómo se puede hacer eso en un día, pero es lo
que dijo Pierre). Vamos, que quería desviar la atención.
La subasta se celebró, y un comprador anónimo (en estas pujas multimillonarias todo suele ser muy secreto) se llevó las cabezas por 28 millones de euros.
 Sin
embargo, pocos días después, ese comprador, que resultó ser un
coleccionista chino llamado Cai Mingchao, celebró una rueda de prensa en
Pekín y se identificó como el ganador de la puja, pero dijo que no
pensaba pagar porque se había subastado un objeto robado.
Se
armó mucho revuelo... Se debatió mucho sobre si el Gobierno chino estaba
detás de la "emboscada" o no. También se discutió si era ético que
China reclamara unas obras que posiblemente gracias a estar fuera de su
país de origen probablemente sobrevivieron a cosas como la Revolución
Cultural. En fin, el caso es que la noticia animó mucho la actualidad en
los inicios de 2009, cuando en China estábamos algo resacosos y
tristones porque se acabara el año olímpico 2008.
Desde entonces no hemos oído casi hablar en cuatro años de esas cabezas, pero recientemente, cuando el asunto parecía ya
olvidado, regresó a la actualidad. Así, nos hemos enterado de que, tras
el fiasco de la subasta, las adquirió otro magnate de la industria del
lujo francés, Henri Pinault (no sé si es que fue el segundo que más pujó
en la polémica subasta, o si es que tiempo más tarde, más
discretamente, las cabezas volvieron a venderse).
Pero Pinault
decidió adoptar una postura opuesta a la de Bergé, y devolver las
cabezas de la discordia a los chinos sin política de por medio. No se
sabe si China ha tenido que pagar algo, si Pinault obtendrá algo a
cambio, pero el caso es que ya están en Pekín, y se exhibirán en el
Museo Nacional, el más importante del país, en plena plaza de Tiananmen.
Con estas dos cabezas, China ha recuperado siete de las 12 que tenía la fuente original. Según este gran estudio de la historia, tres de ellas (el buey, el tigre y el mono) las
compró en 2000 en una subasta en Hong Kong el Grupo Poly (una enorme
inmobiliaria china, ligada según dicen al ejército). En aquella subasta
también había una cabeza de otro de los 12 animales, el perro, pero los
expertos de Poly dijeron que era falsa y se quedaron sólo con las otras
tres.
Otras dos estatuas de la histórica fuente, el caballo y el
cerdo, las compró entre 2003 y 2007 el magnate Stanley Ho, que durante
décadas tuvo el monopolio de los casinos en Macao, hasta que llegaron
los de Las Vegas. Stanley Ho donó las dos cabezas a China, pero están en
museos distintos: el caballo está en el Museo de la Capital, y el cerdo
se muestra en el museo del Grupo Poly, junto a los tres animales que
compraron antes. En cualquier caso, las siete cabezas están en Pekín, su
"hogar".
La
historia de las cabezas ha inspirado a la cultura china actual. Ai
Weiwei, ese artista/disidente que todos los meses sabe hacer algo
llamativo para salir en los periódicos, hizo una copia gigante de las 12 cabezas y la está llevando desde 2010 de gira por ciudades de todo el mundo (ahora se supone que andan por Toronto).
Por
el otro lado del espectro político, Jackie Chan (bastante amigo del
Gobierno chino, o por lo menos amigo de hacer negocio con ellos) lanzó a
finales del año pasado su película "Chinese Zodiac", que según él es la
última cinta de acción que va a protagonizar, porque ya no tiene años
para ir dando volteretas. No la he visto, pero imagino que Jackie Chan
será un agente secreto, o un espía, o algo similar, encargado de la
misión de recuperar las cabezas de marras. La película es, de momento,
la quinta más vista en la historia de China.
La
historia, como veis, da para mucho, y además no acaba aquí, porque
todavía falta por encontrar las cabezas del dragón (mi signo), la
serpiente, la cabra, el gallo y el perro. Mirad en vuestros trasteros no
vaya a ser que os las hayáis dejado en algún rincón.
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